martes, 18 de octubre de 2011

Soy una persona sensible

A raíz de un test que ha llegado a mis manos, he corroborado lo que ya sabía. Soy hiper sensible.
Siempre he visto esto como algo malo, ridículo e incómodo. Desde pequeña me di cuenta que había cosas que me afectaban muchísimo más que a los demás como el sufrimiento ajeno, el sufrimiento animal, la contaminación... Muchas historias me hacían llorar, muchas canciones también. Pasé por etapas, más hacia la adolescencia, en que conseguí reprimir muchas de estas emociones. Pero nació mi hijo y todo volvió a salir a la luz. He llegado a llorar con la música de Pocoyó, simplemente de la emoción de saber que a mi hijo le alegraba ver esos dibujos, así que podéis imaginaros lo que me pasa con algunas canciones que me gustan y me hacen sentir o cuando empatizo con alguien que sufre hasta el punto de dolerme físicamente. Se me ha etiquetado de llorica, alguna gente con buena intención, de broma, y otra no tanto. No me molesta, he aprendido a aceptarlo y sinceramente, creo que es mucho más sano. Vivo rodeada de personas muy cercanas a las que noto que les molesta e incomoda profundamente que alguien llore a su lado, ya sea de emoción o tristeza a no ser que esté terriblemente justificado. Antes me enfadaba, ahora siento pena. Pena porque conozco a esas personas como para saber que sienten ese rechazo porque nunca les dejaron expresarse y les dieron el mensaje de que el mundo de las emociones es para uno mismo y es terrible compartirlo con los demás, sobretodo si está relacionado con tristeza o dolor.

Otra cosa que he observado es que, a través del baile se mueven muchas emociones. Me ha pasado varias veces, con mis alumnas de danza, que lloran en clase. A veces ni ellas mismas saben por qué lloran, otras llevan tiempo reprimiendo algo que, al mover determinadas zonas de su cuerpo, sale sin que ellas puedan frenarlo, y lo intentan, lo intentan porque seguimos con el mensaje de que está mal visto llorar en público.  a mi me pasó en una clase de Yoga, trabajando el chakra del corazón, llevaba todo el día reprimiendo sentimientos y en medio de la clase me puse a llorar desconsoladamente. Mi primera reacción fue la de esconderme. Me sentía ridícula y culpable por "estropear" la clase a mis compañeros, pero no era capaz de parar el llanto, tampoco quería estar sola (me escondí en el baño), pero cómo iba a salir a llorar con mis compañeros y compañeras??
Observándome, cuando bailo en casa, sin adultos alrededor, me he dado cuenta de que hay ciertos sentimientos que responden al movimiento de determinadas zonas o, al contrario, que depende de los sentimientos que me invadan ese día muevo más unas partes que otras. Seguramente ya habrá cosas escritas sobre ésto y puede que me equivoque, pero me ha gustado descubrirlo en mí misma y en mis alumnas, cómo con simples movimientos es nuestro corazón el que le roba el mando a la razón liberando lo bueno y lo malo que hay en nosotras.
Gracias a mi profe de Yoga, Raquel, por hacerme crecer interiormente y a mis alumnas, porque me dejan ser partícipe de su crecimiento como bailarinas y como personas, me enseñan mucho más de lo que les enseño yo.

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